Con esa satisfacción de poner el separador de libros en la portada, he terminado «Una columna de fuego» de Ken Follett. Así, como quien dice, por fin.
Si hubiese sido una novela que leía de una forma independiente, sin tener dos antecedentes, diría, no estuvo mal.
Pero el gran problema de las sagas, de las trilogías, es esperar algo mejor de la anterior, y en este caso, no fue así.
Una columna de fuego es una buena novela, pero jamás cautiva como «Pilares de la Tierra», y como «Un mundo sin fin».
Pilares de la Tierra tiene el descubrimiento de los personajes, de su primer perfil, y de esa angustia, que muchos lectores no soportaron, de la construcción de la catedral. Los vaivenes del prior Phillip por construirla contagiaban al lector, a tal punto, que queríamos saber si en realidad se iba a terminar la bendita catedral.
Y en la segunda parte, Un mundo sin fin, el secreto y el misterio te sigue llevando de la mano por todas las páginas, incluso hasta la última.
¿Lo logró Una columna de fuego?
No.
Si la evaluamos como una obra con el telón histórico, terminas apreciandola mucho pues te lleva de la mano a las intrigas de los primeros pasos de la época Isabelina. Pero cómo llevarte de las calles empedradas de Kinsbridge, de sus puentes, de sus casas, de sus tabernas… y terminar en la corte inglesa… creo que es allí donde se equivocó Follett.
Llega un momento en que empiezas a dudar de nuestro querido Kingsbridge, ese que nos enseñó a querer en Pilares, pues todo se centra en Londres, o en Sevilla, o en Francia, y hasta en Escocia.
Te toca leer más de un centenar de páginas para entender porqué brincas de un país a otro, pues los personajes no tienen ninguna relación entre sí. Cuando por fin, un personaje se encuentra con el otro, seguro te provocará una exclamación: ¡al fin esto tiene sentido!
Repito, si la lees sin tener la referencia de las dos novelas anteriores, podrías decir: no estuvo mal.
Contexto histórico
Es una novela que te permite conocer la transformación de una catolicismo total a una Inglaterra protestante. Como material histórico es valioso, ya que muchos libros de historias no te lo podrían describir mejor.
Pero llega un momento en que los personajes ficticios, de ese mundo de Kingsbridge, no encajan con los personajes reales de la corte inglesa. Creo que es allí donde no te crees la novela. Pienso que es allí donde Follett ambicionó demasiado. Todos estabamos contentos con nuestros personajes luchadores pero no los ubicamos dentro de una monarquía.
Que un lider de espionaje de la corte inglesa pudiese moverse en Londres y regresar a Kingsbridge para pasar el fin de semana, también me parece un fallo de la narrativa. Hemos visto demasiadas películas donde un espía tiene una doble vida para evitar que su identidad real sea conocida. Pero en Una columna de fuego, no se tomó eso en cuenta. Esto le resta bastante credibilidad.
Los personajes históricos, geniales. Todo se centra dentro de lo real. Repito. Lo que no se ve real son nuestros personajes queridos. Desentonaron totalmente. Les faltó profundidad.
Los personajes femeninos, que siempre fueron una nota destacada en las dos novelas previas, quedaron sin forma.
Un buen dato es que el final de la obra, inicios del siglo XVII, guarda cierta relación con la colección de novelas de Outlander de Diana Gabaldón. Es interesante disfrutar esta continuidad si mantienes el interés por la lucha histórica entre Escocia e Inglaterra.
Pilares de la Tierra me resultó magistral.
Un mundo sin fin me resultó excelente.
Una Columna de Fuego me resultó una flor sin aroma.
Gracias por compartir nuestra pasión.