Título: Siddhartha
Título original: Siddhartha
Autor: Hermann Hesse
Traductor: Pedro Villalobos
Editorial: Lucemar
N de páginas: 156
Sinopsis: Escrita en 1922 por Hermann Hesse (1877 – 1962), Siddhartha es una novela que narra el viaje de descubrimiento personal de un hombre llamado Siddhartha, en los tiempos de Gautama Buddha.
La novela se concentra en el mensaje de que la iluminación se consigue a través de la vivencia de la totalidad de las experiencias humanas, y no solamente en los placeres carnales, de los métodos intelectuales y del dolor experimentado en la vida. Cada acción nos lleva a la iluminación.
Fue la novena novela de Hesse, y nació de su admiración profunda por la cultura India y la filosofía Budista que sentía desde joven. Se hizo especialmente famosa durante los años setenta, cuando la sociedad occidental empezó a experimentar una fascinación por el espiritualismo oriental, especialmente de la India.
“La sabiduría no es comunicativa. La sabiduría que un sabio trata de comunicar siempre suena a estupidez.”
Opinión personal
Este libro nos cuenta la vida de Siddhartha, hijo de un hombre de alto estatus religioso en la India, en la que éste decide dejar su vida llena de comodidades atrás ya que se siente inconforme con su vida y desea buscarle un significado. Para dejar atrás el sentimiento de vacío que lo agobia, se embarca en diferentes aventuras en el que es expuesto a nuevas enseñanzas, por medio de diferentes experiencias y personas. Enseñanzas que harán reflexionar tanto a Siddhartha como al lector.
Hermann Hesse nos deleita con un tipo de escritura bellísima que nunca antes había leído. A pesar de que el libro es obviamente inspirado en la religión budista a los que no seguimos esta religión no se nos abruma con una cantidad inmensa de nuevas palabras y conceptos; y los que sí tienen una gran peso en el desarrollo de nuestro protagonista se nos explican a lo largo del libro de una manera sencilla. Lo que sí tengo que comentar es que puede primer capítulo puede que se sienta pesado, por todas las nuevas palabras que se le presentan al lector, pero luego la lectura se hace amena.
La escritura de Hesse es descriptiva, pero concisa; cruda, pero bella; complicada, pero simple. Una descripción que puede no tener sentido, pero en el momento en el que te sumerges en sus páginas te encuentras maravillado por ellas. Algo que sólo puedes experimentar al leer a Siddhartha.
“Le enseñó que, después de una fiesta de amor, los amantes no se pueden separar uno de otro sin aceptarse recíprocamente, sin estar derrotado al igual que él ha derrotado, para que no aparezca en ninguno de los dos la saciedad o el vacío y el sentimiento perverso de haber abusado o de que han abusado de él.”
Al tratarse de la vida de Siddhartha, nos encontramos con momentos y sentimientos con los que más de uno se podría identificar: el deseo de independencia, la ignorancia del primer amor, el empezar y terminar relaciones, el pensamiento de suicidio, la incomprensión de lo que nos rodea y muchos otros más que te harán sentirte identificado con el protagonista. Sin haber sido ricos, sin ser budistas, sin vivir en la India, Hesse construye a un personaje con el que podremos tener mil y un diferencias, pero se conecta con el lector ya que ambos se encuentran en un camino tanto único como común, llamado vida.
Las líneas de Siddhartha obligan inconscientemente al lector a analizarlas, juzgarlas y comprenderlas. Palabras que pueden ser simples y obvias, pero que se quedan en la mente de quien las lee incluso luego de cerrar el libro. Ciento cincuenta y seis páginas que, para lo pocas que son, logran representar con éxito los altos y bajos de la vida, y lo bello que es vivirla.
A pesar de haber sido una re-lectura para mí, no me resultó aburrido el libro en ningún momento. Sinceramente, recomendada a todo el mundo, a cualquiera que está en la gran experiencia de lo que es vivir. Incluso, me atrevería a decir a todas las edades: la persona que me lo recomendó, lo leyó por primera vez en su infancia y desde entonces lleva enamorado de este libro.
“El mundo era hermoso cuando se le miraba de esa manera, sin buscar nada, tan infantil y sencillamente.”